A quien no le ha tocado tener amores imposibles y el compromiso de no causar daño a otros corazones. Para los amores imposibles, que son un poeta inacabado en nuestros libros de la vida, una melodía que resuena en los rincones más profundos de nuestro ser. Cada mirada compartida y cada palabra susurrada entre susurros cómplices han tejido un vínculo que desafía las leyes de lo tangible, pero al mismo tiempo acepto con humildad la realidad que se interpone como muro impenetrable.
En una danza de emociones se llega a comprender que el amor no siempre sigue las líneas rectas de nuestros deseos más profundos. A veces el destino nos guía por caminos tortuosos y nos presenta amores que desafían nuestra razón. Muchas veces renunciar a un amor es como soltar una mariposa cautiva, permitiéndole volar hacia horizontes desconocidos. Es un acto de amor hacia nosotros y hacia aquellos que merecen la plenitud de nuestra atención y afecto.
Esos amores imposibles que nos hacen buscar un rincón secreto en nuestras almas para guardar un tesoro atesorado. Sin embargo, nos toca enfrentar la realidad con valentía, cerrando una puerta para abrir otras. Alejándonos para que con el tiempo dejemos de sentir que cada latido de nuestro corazón es como una puñalada.
Así, en la despedida de nuestro amor imposible, libero nuestras emociones como un globo que se eleva hasta el cielo, llevando consigo la esperanza de que, en el vasto universo de las posibilidades, cada uno de nosotros encontrará su propio camino hacia la plenitud y la felicidad. Que estas palabras sirvan como testimonio de amor, gratitud y deseo sincero de que cada uno encuentre la paz en su propio viaje emocional.
Y si en ese amor imposible termina tu Hilo Rojo, el tiempo se encargará de desenredarlo para que lo imposible sea posible.
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